Todos los indicadores sugieren el inicio de una nueva etapa de la actividad minera en donde se deberá reforzar el vínculo empresa-universidad para afrontar de forma conjunta los crecientes desafíos de esta actividad, marcados por una creciente complejidad de las menas, progresiva baja de las leyes y mayores dificultades para encontrar nuevos recursos de gran tonelaje y no tan profundos en terrenos “maduros”.